Natale Amprimo Plá

Cada vez me es más difícil entender el sentido de las expresiones de la . Hace unos meses, a raíz de un reportaje televisivo que advertía de las reuniones que sostenía su hermano con prefectos, aspirantes a prefectos y funcionarios del IPD, la presidenta consideró que el tema era de interés y, en medio de un discurso, decidió abordarlo con la ya conocida infeliz frase: “Mi hermano puede recibir a quien se le pegue la gana”.

Ahora, producida la detención del hermano Nicanor y del abogado de la propia presidenta, esta, al ser consultada sobre esa grave situación, responde que “no se va a distraer con asuntos menores”.

¿Alguien puede entender cuál es la lógica que cobija la cabeza de la señora presidenta? ¿Hay alguna coherencia en las posiciones que asume?

Sinceramente, debo reconocer que al escuchar la última declaración de la presidenta se me vino inmediatamente el recuerdo de las peleas de box, cuando cae un boxeador y el árbitro, luego del conteo reglamentario, le hace algunas preguntas elementales para evaluar si puede continuar en el ring o debe declararse el nocaut. Claramente, si fuera válido el símil, habría que parar la pelea.

Porque, de verdad, ¿cómo entender que, frente a lo más grave, que la involucra incluso a ella misma –pues la tesis de la fiscalía es que el abogado de la presidenta se reunía solicitando apoyo en la investigación fiscal que tiene su hermano, a cambio de ofrecer un ascenso policial al grado de general– la presidenta considere que estamos ante un asunto menor? Repárese, además, en que no se detuvo a negar lo denunciado ni mostró indignación por la hipótesis que sostiene el Ministerio Público. Simplemente, le restó importancia.

Una vez más, el sabor que queda luego de escucharla es amargo. Tenemos una presidenta que no solo no nos aclara las cosas, sino que sigue creyendo –no sabemos sobre qué base– que con respuestas evasivas zanja los temas. A lo que habría que agregar que, como lo indicamos en nuestra columna de la semana pasada, insiste equivocadamente en creer que con la figura de un “vocero presidencial” cubre cualquier vacío, sin entender que un jefe de Gobierno debe demostrar liderazgo y transparencia, algo que está ausente en su actuar desde el primer día, amén de haberse evidenciado que el rol del flamante vocero presidencial no supera el de locutor del noticiero de un medio de comunicación estatal, como ya lo habíamos advertido.

¿Qué nos queda? Tampoco tenemos un Gabinete Ministerial integrado por figuras rutilantes y que hayan demostrado liderazgo, por lo que se percibe un vacío de poder; un gobierno visto como una suerte de corcho que flota y que, según la marea, es llevado por las aguas, sin ejercer su rol constitucional. Recordemos sino la muy significativa declaración del ministro de Economía y Finanzas, José Arista, que al asumir el cargo fue muy crítico respecto de la posibilidad de que se diera un nuevo retiro de fondos de las AFP, pero cuando el Congreso lo aprobó indicó que el Ejecutivo no observaría la ley, porque estaba claro que en el Congreso había los votos para insistir en la norma. Siguiendo el símil deportivo, optó por perder por ‘walk over’. Así estamos, entre el WO y el KO.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Natale Amprimo Plá es abogado constitucionalista