Urpi Torrado

Más de una vez nos encontramos frente a situaciones en las que , empresarios y ciudadanos discrepamos. Esas diferencias suelen minimizarse y las partes se acusan mutuamente de no ver la realidad, siendo estas meras creencias o percepciones. Según la , la realidad es la existencia real y efectiva de algo. Pero, cuando hablamos de temas abstractos como valores o conceptos como , la realidad es el conjunto de percepciones que la gente comparte. En la medida en que un colectivo social o un sector de la población crea firmemente en algo, basados en experiencias propias o de terceros, la percepción será la realidad.

Sí, más de una vez encontramos diferencias importantes que suelen ser subestimadas o ridiculizadas. Baja la , pero la población percibe que los precios siguen subiendo. Aumentan los y las cámaras de vigilancia, pero la ciudadanía se siente más insegura en las calles. Se invierte en obra pública y se cree que hay corrupción. Esto que pasa en la esfera pública se refleja de alguna manera en las empresas, en los hogares e incluso en las relaciones interpersonales.

El problema de fondo es la brecha que existe entre aquello que experimentamos y los hechos concretos. Las percepciones están arraigadas en experiencias personales y emociones. Asimismo, estas percepciones suelen formarse en base a estereotipos, generalizaciones y prejuicios. Importante entender la diferencia entre cada uno de estos conceptos. Estereotipo es la exagerada y simplificada construcción establecida a partir de la percepción de la . Generalización es la conclusión de la sociedad a partir de algo en particular, y se combate con datos, con hechos. Prejuicio es una opinión negativa que se forma sin conocimiento. Esta es la base de la desinformación.

La desinformación no es un fenómeno reciente, pero su crecimiento exponencial sí está correlacionado con la masificación de y el uso de las . Hace unos meses, en una encuesta global realizada por y publicada por , un 40% de peruanos manifestó que no reconocía información o noticias falsas y un 56% admitió que no verifica las fuentes de información. Sumemos a esto la polarización, la crisis de credibilidad y confianza en instituciones tanto públicas como privadas, el nivel de la en nuestro país e incluso la propia actuación de algunos políticos.

Este contexto puede sonar desalentador, el reto es grande y requiere asumir una actitud distinta. El pensamiento crítico es fundamental para ayudar a las personas a discernir entre información veraz y falsa. Pero también es necesaria la transparencia y promover la curiosidad con el fin de ayudar a contrarrestar la influencia de la desinformación y los sesgos cognitivos (atajos mentales que distorsionan la percepción y el razonamiento). Al desarrollar una mayor conciencia sobre cómo funcionan estos sesgos, podremos tomar medidas para contrarrestarlos, romper estereotipos, generalizaciones y prejuicios, pero también considerar diferentes perspectivas y construir sobre ello.

Si volvemos al ejemplo de la inflación, no se trata de decir que la inflación está controlada o sigue disminuyendo. Decirle que está equivocado a ese ciudadano que percibe que los precios suben porque no le alcanza tampoco modificaría su percepción. Darle cifras oficiales o datos contribuye, pero no es suficiente para cambiar la perspectiva de una persona que se siente afectada por la situación económica. Para ello, es importante el diálogo abierto y respetuoso entre diferentes sectores de la sociedad con el objetivo de construir consensos y superar las divisiones. Se necesita empatía para construir un puente que conecte a las personas, fomente el intercambio, promueva la comprensión y el respeto de las preocupaciones de los demás con el fin de cerrar esa brecha entre percepción y realidad.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Urpi Torrado es CEO de Datum Internacional