La espina bífida es una malformación congénita del tubo neural, que consiste en el cierre incompleto de la columna vertebral del feto.
La espina bífida es una malformación congénita del tubo neural, que consiste en el cierre incompleto de la columna vertebral del feto.
Samanta Alva Vargas

La esperanza de toda madre gestante, que espera deseosa a su bebé, es que que su hijo nazca sano y fuerte. Lamentablemente, esto no siempre sucede, pues existen riesgos de complicaciones en la formación del feto, como es el caso de la espina bífida, con una incidencia de 400 infantes al año en el Perú, según estimaciones de la . Afortunadamente, la tecnología de hoy permite corregir esta falla mediante la cirugía fetal.

La espina bífida es una malformación congénita, relativamente frecuente, de la columna de un niño, en el que hay falta de cierre del tubo neural en la parte posterior y que condiciona o produce en el niño, un déficit motor y sensitivo desde la zona de la lesión hacia abajo”, explica el Dr. Masami Yamamoto, ginecólogo especialista en Medicina Materno Fetal de Clínica Universidad de los Andes de Santiago, Chile.

“El cierre incompleto de la columna vertebral lleva a que queden expuestos los componentes del canal vertebral, como las membranas del sistema nervioso central, la misma médula espinal y sus nervios, lesionándose con el tiempo de forma irreversible”, detalla el Dr. Rafael Barreda, gerente de Investigación Médica de Pacífico Salud.

Existen tres tipos de espina bífida, explica el Dr. Barreda, dependiendo de los componentes del sistema nervioso que salen a través del orificio que deja el cierre defectuoso de la columna:

  • Mielomeningocele: el más severo, con el saco que emerge por la espalda conteniendo médula y nervios.
  • Meningocele: saco sin médula, solo líquido. Puede o no estar cubierta por piel.
  • Espina bífida oculta: no abertura visible en la espalda ni presencia de saco.

¿Qué tipo de discapacidad provoca la espina bífida?

Dependiendo del tipo y la severidad del daño al tejido nervioso, las discapacidades físicas e intelectuales pueden llegar a ser entre leves a graves: falta de movimiento o parálisis de una parte del cuerpo, falta de control para miccionar o defecar, consecuente retraso mental, entre otros daños, explica el Dr. Barreda.

“Si la lesión es lumbar, todos los motores sensitivos de la zona baja estarán alterados, lo cual trae problemas para caminar, así como problemas urinarios. Si la lesión es cervical, a la altura del cuello, el compromiso neurológico es mucho mayor”, detalla el Dr. Yamamoto. El ginecólogo explica además que tres cuartos de los casos de espina bífida, desarrollan hidrocefalia, que es la acumulación excesiva del líquido amniótico dentro de las cavidades profundas del cerebro.

¿Cómo se detecta la espina bífida durante el embarazo?

Lo más habitual es diagnosticar la espina bífida en la semana 22 de gestación, cuando se hace la ecografía morfológica. “Esta tiene por objeto, detectar todas las malformaciones posibles que pueda tener el feto, ya sea en el corazón, extremidades, cerebro y columna. En ese momento debería verse la espina bífida”, explica el Dr. Yamamoto.

Si este estudio es sospechoso, se solicita un dosaje de la sustancia alfafetoproteína en la sangre de la madre y/o en el líquido amniótico. Los casos de espina bífida oculta pueden no identificarse aún hasta la edad adulta”, añade Barreda.

Recuerda acudir a todos tus controles prenatales para detectar a tiempo cualquier indicio de malformación.
Recuerda acudir a todos tus controles prenatales para detectar a tiempo cualquier indicio de malformación.

¿Cómo es la cirugía para corregir la espina bífida fetal?

La cirugía fetal debe realizarse en casos de mielomeningocele, antes de la semana 26 de embarazo. “Se puede hacer a través de dos técnicas, la histerotomía (corte del útero para, a través de él, reparar el defecto de columna del feto) o por fetoscopía (a través del cuello uterino, sin cortar la pared uterina). Este último ha ido ganando preponderancia por tener menor riesgo de complicaciones maternas y neonatales, pero ambos se mantienen como estándares de manejo”, explica el Dr. Barreda.

Por otro lado, el Dr. Yamamoto destaca la cirugía endoscópica como una buena opción adicional. “La realizamos con cierta habitualidad en la semana 27, cuando el feto pesa cerca de 900 gramos. Estando la madre anestesiada entramos con tres instrumentos: la óptica, la tijera y la pinza. Con esos tres instrumentos podemos corregir la espina bífida y luego cerrar la piel para que quede lo más anatómico posible. La operación dura entre dos y tres horas, con una incisión de poco dolor. Las pacientes vuelven a sus habitaciones sin pasar por UCI”, detalla.

Si la espina bífida se detecta después del nacimiento, “la cirugía para el cierre debe ser urgente y practicarse dentro de las 72 horas de haber nacido, a sabiendas que la gran mayoría de pacientes ya quedará con lesión irreversible”, advierte Barreda.

¿Todos los casos de espina bífida califican para la cirugía fetal?

No todos los casos califican, pues dependerá de la gravedad de la malformación en el feto, así como las condiciones de salud de la madre.

Condiciones para someter al feto a cirugía:

  • Malformación fetal única y aislada, es decir, que no tenga una patología adicional.
  • Que no tenga una enfermedad cromosómica.
  • Que la lesión en la columna no tenga una deformación demasiado grave.
  • Que no sea espina bífida leve con buen pronóstico.

Condiciones para someter a la madre a cirugía:

  • Ausencia de riesgo de parto prematuro.
  • No presencia de hipertensión.
  • No enfermedades respiratorias como la Covid-19.

¿Cómo se previene la espina bífida en el feto?

La administración oral de ácido fólico durante el embarazo (0.4mg diario durante el primer trimestre), por parte de la gestante, reduce significativamente el riesgo, aunque no lo elimina, explica el Dr. Barreda.

“También evitar los fármacos en el primer trimestre porque algunos aumentan el riesgo de defecto del tubo neural, como anticonvulsivantes y bloqueadores de canales de calcio. Algunos químicos fosforados usados en la agricultura han demostrado tener relación con defectos del tubo neural”, advierte el Dr. Yamamoto.

Finalmente, Barreda recomienda consumir alimentos que contengan folato (la forma natural del ácido fólico), como vegetales de hojas verdes (brócoli, espinacas, espárragos, lechuga) y legumbres como garbanzos y frijoles.

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