¿Cuál es el plan para la Costa Verde?, por Pedro Ortiz Bisso
¿Cuál es el plan para la Costa Verde?, por Pedro Ortiz Bisso
Pedro Ortiz Bisso

Al pequeño Thiago tuvieron que arruinarle la vida, el verano del año pasado, para que la Municipalidad de Lima empezara a colocar geomallas en los acantilados de la Costa Verde para evitar que sigan cayendo piedras como aquella que casi lo mató.

La historia se ha repetido con Gustavo López Mejía. El sábado murió atropellado por un auto cuando conducía su bicicleta por la misma vía. Desatado el escándalo, aparecieron policías, se colocaron señales de velocidad, se anunció la imposición de fotopapeletas y los etcéteras de costumbre.

Así funcionan las cosas en el país. Las autoridades solo reaccionan cuando ocurre una desgracia. Y no lo hacen por algún sentido de solidaridad con las víctimas. Lo suyo es simple sentido de supervivencia ante la indignación ciudadana.

Pero como suele suceder, la reacción es apresurada e incompleta. Es un parche hecho jirones, que se desprenderá cuando surja un nuevo escándalo y nos olvidemos del anterior. Porque las verdaderas soluciones se difieren. Nadie se atreve a pisar callos, a enfrentar los hechos, a asumir su responsabilidad.

La Costa Verde se ha convertido en la nueva vía de evitamiento de Lima casi por generación espontánea. El desastre del tráfico ha modificado el concepto de hora punta en la ciudad. Las calles se atascan a cualquier hora. El desorden es mayúsculo, el transporte público una calamidad, la señalización contradictoria y el principio de autoridad –ese que deberían ejercer no solo el policía de tránsito, sino también el alcalde de la ciudad– hace años que ha sido quebrado.

Y el promedio de conductores maneja de robo, sea una combi, una 4x4 o una bicicleta. Cada quien hace lo que le da la gana, por eso el desmadre en las pistas es monumental.

Ante esto, la serpenteante  pista de asfalto que separa los acantilados del mar, abandonada a su suerte por la indolencia de una ciudad que sigue sin saber qué hacer con ella, se transformó en vía de desfogue.

La inseguridad vial en la Costa Verde no se soluciona con cartelitos estableciendo límites de velocidad. En principio, hace falta saber qué pretende hacer la administración municipal con ella. ¿Quiere que siga siendo una vía de evitamiento o un lugar de paseo, donde la gente pueda hallar sosiego de cara al mar? 

Pero hay otra pregunta aun más importante que la gestión Castañeda tampoco responde: ¿su intención de emprender una reforma del transporte es real? A la fecha, lo poco que se ha hecho no parece responder a un plan mínimamente coherente, con objetivos claros y medibles. Apenas ha sido una sumatoria de acciones dispersas, de bajo impacto, que no atacan el fondo del problema.

Sin una reforma de transporte integral, cualquier solución será efímera. Y no serán solo ciclistas los que sigan muriendo en las calles de Lima. 

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