El presidente Donald Trump habla, con una bandera detrás de él, durante un mitin de campaña en el aeropuerto Cecil en Jacksonville, Florida, el 24 de setiembre de 2020. (Foto: Reuters).
El presidente Donald Trump habla, con una bandera detrás de él, durante un mitin de campaña en el aeropuerto Cecil en Jacksonville, Florida, el 24 de setiembre de 2020. (Foto: Reuters).
/ KEVIN LAMARQUE
Pedro Ortiz Bisso

El resumen más fiel de la era Trump acaba de publicarlo “The New York Times”. Es una minuciosa recopilación de todos los insultos y mentiras que el saliente presidente de Estados Unidos posteó vía Twitter desde el 2015, cuando anunció su candidatura, hasta el último 8 de enero, la fecha en que dicha red social canceló su cuenta.

“Loco”, “psicótico”, “corrupto”, “patético”, “ridículo”, “desagradable”, “tonta”, “estúpido”, “vicioso” son algunas de las lindezas que aparecen en este largo e interminable inventario de disparates, clasificado por orden alfabético, en donde no faltan algunas de sus expresiones favoritas (“fake news”) y los ataques personales (al senador Bernie Sanders y a la cabeza de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dos de sus blancos favoritos, los llama “Crazy Bernie” y “Crazy Nancy”, respectivamente).

Con la partida de Trump concluye un período oscuro en la historia de Estados Unidos, cuatro años en los que la institucionalidad y la democracia fueron socavados por un hombre que utilizó la presidencia como un juguete y antepuso sus intereses a los de su país. Su desastroso manejo de la pandemia y el ataque al Capitolio, el cual promovió en uno de los tantos arrebatos que caracterizaron su presidencia, son parte de su desgraciado legado.

Joe Biden recibe un país con una economía golpeada, repudiado por el resto del mundo y profundamente dividido. Más de 74 millones de personas votaron porque Trump se quedara cuatro años más en el poder. A ellos tendrá que convencerlos de que la prosperidad no se obtiene a las patadas, que la evidencia es más importante que la mentira.

Y que dentro de los fangosos terrenos en que suele desarrollarse la política, es posible gobernar sin recurrir a las bajezas en que se especializó su antecesor.

Contenido sugerido

Contenido GEC