Enrique Planas

El televisor está encendido un viernes 15 de setiembre del año 1961. En el Canal 13 se emite “Esta es su vida”, remoto antecedente de los actuales “talk-show”. Conducido por Pablo de Madalengoitia y con libretos del poeta Juan Gonzalo Rose, su puesta en escena buscaba homenajear al invitado de la semana, sorprendido en medio de familiares memoriosos e imprevistas presencias. Entonces es un sacerdote jesuita, el granadino Santos García quien está en primer plano. El programa destacaba sus bodas de oro en la congregación, y para celebrarlo consiguieron traer de España, especialmente para el programa, a dos sobrinos del religioso.

En la pantalla se puede ver una gran cantidad de ex alumnos de La Inmaculada rodeando al maestro y destacado geógrafo, quien en 1921, con la ayuda de jóvenes estudiantes, confeccionó el primer mapa en relieve del Perú. Uno de sus jóvenes alumnos, el doctor , entonces sub-director de El Comercio, fue quien compartió las mejores anécdotas, evocando cómo el hermano Santos pintaba en el mapa la nieve sobre las crestas de las montañas, siguiendo con precisión sus observaciones de campo de aquellos nevados. “Esto nos da una idea de lo que debe ser la ciencia: honestidad y arte”, añadió el periodista.

“Esta es su vida” contó solo con una temporada, y don Aurelio, con entonces 54 años, era muy joven para protagonizar aquel programa. Sin embargo, ya para entonces había sido rector sanmarquino, Académico de la Lengua y de la Historia y maestro de Literatura de varias generaciones.

Don Aurelio Miró Quesada Sosa (izquierda) en el set del programa "Esta es su vida" el 15 de setiembre de 1961. Conducido por Pablo Madalengoitia (derecha), el espacio homenajeaba esa semana al sacerdote granadino Santos García (centro).
Don Aurelio Miró Quesada Sosa (izquierda) en el set del programa "Esta es su vida" el 15 de setiembre de 1961. Conducido por Pablo Madalengoitia (derecha), el espacio homenajeaba esa semana al sacerdote granadino Santos García (centro).
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Por cierto, la honestidad y el arte no son solo fundamentos para la ciencia. Este hombre sereno y reflexivo, moderado en sus juicios y cordial en sus maneras, aplicó estos valores para todas sus empresas vitales. Como periodista, cultivó las crónicas de viaje, notables por su aguda observación de los hechos, las conductas y los detalles. Un interés cultivado desde muy joven, cuando a los 26 años emprendió su primer viaje en vapor al Japón. Allí se quedó tres meses, interesado por el culto nipón por los antepasados. Viajó luego a China y a la India, destino este último donde contrajo tifoidea y se salvó por poco. Este épico recorrido, que podría considerarse uno de los primeros reportajes de la prensa peruana sobre el Oriente, lo recogería más tarde en el libro “Vuelta al mundo” (1936) que reunía sus crónicas publicadas en El Comercio, diario al que había ingresado oficialmente en julio de 1927.

Otro extraordinario volumen, “Costa, sierra y montaña” (1938), añadiría un detallado registro de sus andanzas por el interior del país. Miró Quesada no tiene urgencias de turista. Observa y participa del viaje como un humanista, atento a la viva expresión de culturas y tradiciones regionales. Aprecia la arquitectura y la artesanía, las danzas y los ritos, las costumbres y la vestimenta, retratando a los peruanos como protagonistas de su singular paisaje. Por edad y sensibilidad, el autor podría ser incluido como un miembro representativo de la vanguardia peruana de los años veinte y el postmodernismo de la década siguiente, junto con Martín Adán, Estuardo Núñez, Ciro Alegría y Arguedas. Como crítico, su trabajo seguiría la línea marcada por el maestro Riva-Agüero.

—Garcilaso, una pasión—

Uno de sus grandes temas fue la literatura española de la Edad de Oro, aportando valiosas notas sobre el teatro de Lope de Vega, o las influencias de Tirso de Molina y Cervantes en las letras peruanas. Sin embargo, dentro de su profusa producción (sus obras completas, publicadas en coincidencia con el centenario de su nacimiento, suman nueve tomos bajo la edición del historiador Héctor López Martínez), destaca claramente su pasión por Garcilaso de la Vega. Siguiendo la línea iniciada por José de la Riva Agüero, Raúl Porras Barrenechea y José Durand, “El Inca Garcilaso”, su libro de mayor difusión, fue saludado con unánime aplauso en 1945. Miro Quesada renovaría su estudio tres años después, lo ampliaría en 1971 y lo coronaría con una edición definitiva en 1994. El Inca fue para él una orientación vital. Como señala el escritor y profesor sanmarquino Jorge Valenzuela Garcés, a Aurelio Miro Quesada le debemos una de las primeras visiones integrales de la figura del Inca, realizadas además con una gran prosa. “La biografía escrita por él es una de las más importantes fuentes que se tienen hasta hoy sobre la vida del insigne cronista”.

De otro lado, Valenzuela destaca también la labor que don Aurelio realizó en los años cincuenta, para establecer las fuentes históricas y literarias de las que se nutrió Garcilaso para sus Comentarios reales. “Determinó, por ejemplo, que nuestro cronista mestizo utilizó, para la primera parte, las crónicas de Pedro Cieza de León, del padre José de Acosta, de Francisco López de Gómara y de Agustín de Zárate. Con respecto a la influencia de Blas Valera, Miró Quesada es uno de los primeros en sostener que el trabajo del jesuita fue para él un estímulo fundamental”.

Lo trae a cuento en pasajes de importancia, lo cita con elogio casi cuarenta veces, reproduce capítulos enteros de su obra truncada y lo rodea de encarecimientos y alabanzas”, explica el especialista.

No se trató de una obsesión de biógrafo; la de Aurelio Miró Quesada Sosa era una fe en el país y en una posible síntesis entre sus vertientes indígena y occidental. Aportando erudición y reflexión, propuso que en el mestizaje se hallaba la vocación de nuestra nacionalidad.

EL DATO

En 1980, Aurelio Miro Quesada Sosa compartía oficialmente la dirección de El Comercio con su primo Alejandro Miró Quesada.

Miró Quesada Sosa ha sido reconocido con las Palmas Magisteriales, la condecoración El Sol del Perú, la Gran Cruz de la Orden de Servicios Distinguidos de España, las Palmas Académicas de Francia, el Gran Cordón de la Orden del Sol Naciente de Japón, entre otras.

Cuenta la historia:  Incidente En El Comercio
Cuenta la historia de la disputa que sostuvieron en el hall del Diario El Comercio, el reconocido poeta José Santos Chocano y el periodista Edwin Elmore, que concluyó con la muerte de este último.