Chano Díaz Limaco prepara concierto por el Día de la música ayacuchana. (Fotos: Claudia Alva)
Chano Díaz Limaco prepara concierto por el Día de la música ayacuchana. (Fotos: Claudia Alva)
Carlos Oré Arroyo

Chano Díaz viene preparando, junto a la artista y promotora cultural Pepita García Miró, una presentación que busca rendir homenaje a todas las vertientes que integran la música ayacuchana. La rama tradicional y la más contemporánea, tendrán un espacio en “”, un concierto virtual que se transmitirá el 5 de diciembre desde el Teatro Municipal de Lima. Díaz conversó con El Comercio sobre la relevancia de esta música en nuestro imaginario cultural y sus más grandes exponentes.

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¿Qué crees que ha hecho que la música ayacuchana despierte tanto cariño, admiración y fieles seguidores?

La música ayacuchana, al margen del establishment, desde hace décadas está posicionada como la música andina más influyente en otros géneros. El ayacuchano siempre ha sido un personaje demasiado orgulloso de su cultura. Hay un buen cuidado de la palabra, del conocimiento, del apego a las letras y los representantes más reconocidos y consagrados de nuestra música andina, casi siempre son de Ayacucho.

¿Quiénes resaltan en esa lista?

Don Raúl García Zárate, por ejemplo. Él tocaba a diez dedos y venía de un mundo tradicional que perfeccionó y lo llevó por el mundo. Junto a Yma Sumac siempre estuvo su esposo, el huamanguino Moises Vivanco, que era productor, compositor y creador de la fantasía de la Princesa Inca. Siempre Huamanga ha estado en sus letras y su poesía, siempre adelante predominando lo que es la música ayacuchana.

¿Crees en la idea de que la música engloba el tipo de personas que existen en un lugar o eso va más por el lado de estigmatización?

No creo que sea un estigma. Cuando la música está muy conectada a su raíz, tiende a visibilizar esos mundos internos. Puede ser mestiza o rural, pero es intensamente andina dentro de su propio mestizaje. Para la presentación que tendremos, tocaré las dos vertientes y ha sido una experiencia particular trabajar con ambas.

¿Hoy es posible reconocer una nueva vertiente que rompa con la tradición?

Tenemos más de 20 años de una nueva manera de abordar la música ayacuchana y andina desde el punto de vista de las generaciones más jóvenes. No olvidemos que en el Perú, su mayor porcentaje de población es de origen andino, así que no es raro que valores como William Luna, los hermanos Gaitán Castro, el grupo Antología tengan un público que ya quisieran tener los artistas mediáticos como Gian Marco o Pedro Suárez Vértiz. Ellos vienen de una raíz tradicional, pero el andino que vive en Lima tiene otro lenguaje, ya no está conectado al paisaje, pero sí al recuerdo, al ADN, a la memoria genética de sus padres. Ver el éxito de artistas como los que he mencionado ha incrementado el autoestima en el andino que es de segunda generación en la capital.

¿Dónde ubicarías tu trabajo?

Yo vengo de una familia tradicional de música andina, mi abuelo fue uno de los fundadores de la Estudiantina Municipal de Ayacucho y mi madre, una reconocida cantante en Huamanga. Yo emigré muy joven al extranjero, hice muchas fusiones, trabajé con electrónica andina y regresando hice la dirección musical de “Sigo siendo” con Javier Corcuera y de la película española “La búsqueda”.

¿A dónde emigraste y cómo fue tu desarrollo musical ahí?

Estuve dos años en Francia, el resto en Inglaterra y trabajé “Sigo siendo” en España. Fui a estudiar filosofía, pero la música me ganó. Empecé tocando con chicos hippies en las calles y trenes y luego estuve un periodo musicalizando obras teatrales en Londres.

Pero nunca dejaste el charango

Nunca, ni los vientos andinos. Eran épocas donde no habían muchos latinos, así que fue un golpe de suerte. Pude ser músico de sesión en varios estudios de grabación en Inglaterra y también pude trabajar la música para teatros y documentales.

Uno de ellos fue “Sigo siendo” que es un hito en el registro de la historia musical peruana.

Así es, conocí a Javier a finales de los 80. Nos volvimos a ver en Ayacucho y firmamos el pacto para hacer la película que abre la puerta a que hayan muchas otras más para visibilizar la labor que siempre camina bajo la sombra de nuestros grandes maestros.

¿Qué otros ritmos quedaron pendientes en “Sigo siendo”?

Solo fue falta de presupuesto, teníamos que hacer saxos huancas, Sicuris de Puno, quenas de Cusco, el Tondero en Piura y mucha más música de la selva. Felizmente está mapeada para una próxima oportunidad, cuando las agendas se junten otra vez. Se tendrá que hacer, pero la idea es que nuevas generaciones y propuestas con nuevos derroteros y concepciones puedan abordar esta tarea.

El trabajo de cualquier artista debe de tener en cuenta la rentabilidad. ¿Cómo se está manejando eso en la actualidad?

En las facultades de ahora te enseñan que la música es un negocio o un trabajo dirigido al negocio, pero hay un tipo de músicos, artistas y una tribu de intelectuales que no piensan así. Si la música es lo tuyo es como una bendición y una maldición. Cuando te dedicas al 100% no quieres hacer otra cosa más en la vida. Eso es lo que nos han mostrado los grandes maestros, que el éxito mediático, con la calidad estética y ética que lo caracteriza, no es muy apetecible. El músico de estirpe que se dedica únicamente a su arte sabe de qué se trata, sería genial que se le reconozca mejor económicamente, pero son cosas muy distintas. Cuando es arte de verdad, todo lo demás es accesorio.

La música cambia constantemente. ¿Cómo has tenido que lidiar con los puristas de la música ayacuchana?

Siempre he tenido que lidiar con ellos. Cuando hice un disco con Manuelcha Prado, Raúl García Zárate, que era muy amigo de mi abuelo, le llamó y le dijo: “Oye, Alejandro. No sé qué está haciendo Chano con Manuelcha. Él debería dedicarse solo a la guitarra” y mi abuelo le dijo: “Si está haciendo algo con Manuelcha debe ser algo que nace del corazón”. De eso se trata. He hecho música electrónica con Miki González y otros temas que van dando vuelta por las plataformas digitales, pero si el trabajo es hecho desde el conocimiento completo y del haber vivido y bebido de la tradición, no tengo ningún temor de seguir por ese camino. La música tradicional seguirá siendo el tronco al que me aferro para seguir en mis exploraciones musicales.

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