Irma Montes Patiño

El Perú se prepara para asumir un rol protagónico en el escenario económico mundial al ser la sede de la próxima Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en el 2024. Esta trascendental reunión congregará a los máximos representantes de las 21 economías miembros que en conjunto representan cerca del 60% del PBI mundial y casi el 50% del comercio internacional.

La elección del Perú como anfitrión de este evento de alta envergadura por tercera vez no es casual. En los últimos años, nuestro país ha logrado consolidarse como una economía emergente prometedora, gracias a su crecimiento sostenido desde la década de los 90, con políticas de apertura comercial y ubicación geográfica y geopolítica estratégicas como puente entre la región Asia-Pacífico y el resto de América Latina.

La cumbre ofrecerá al Perú una plataforma única para promover sus intereses económicos y comerciales, atraer importantes inversiones extranjeras y fortalecer sus lazos con socios estratégicos en Asia y el Pacífico. Asimismo, le permitirá presentar sus avances en materia de facilitación del comercio, promoción de la integración regional y desarrollo sostenible. Más allá de los beneficios económicos directos, albergar el APEC 2024 tendrá también un impacto positivo en la imagen internacional del Perú.

El papel de Javier González-Olaechea, canciller del Perú, será crucial en la supervisión de los complejos desafíos logísticos y de seguridad que conlleva organizar un evento de esta magnitud. La eficacia de su gestión será fundamental para el éxito del foro, especialmente en un momento en el que las dinámicas globales están influidas por el aumento de tensiones, como la escalada de violencia en Oriente Medio y la prolongada confrontación en Ucrania.

No obstante, ser anfitrión del APEC también conlleva grandes desafíos logísticos y de seguridad. El Perú deberá garantizar la correcta organización de las reuniones, la movilidad de las delegaciones y la protección de los líderes mundiales que asistan al evento. En este sentido, el Gobierno Peruano ha manifestado su compromiso de destinar los recursos necesarios para asegurar el éxito de la cumbre. Se espera que la inversión en infraestructura, seguridad y servicios de logística genere importantes beneficios económicos a corto y mediano plazo para el país.

En resumen, la elección del Perú como sede del APEC 2024 –por tercera vez desde su creación en 1989– nos posiciona en el centro del escenario económico global y nos brinda la oportunidad de fortalecer las relaciones con socios clave, atraer inversiones y promover nuestra imagen en la arena internacional. Si bien los desafíos serán considerables, el impacto positivo de este evento a largo plazo justifica plenamente los esfuerzos y recursos que se destinarán a su organización.

Ser sede del APEC representa una excelente oportunidad para el Perú de posicionarse sólidamente como un actor clave en la dinámica económica global. Para ello, todos los peruanos de bien podríamos dejar por un momento las discrepancias que llevan a la inestabilidad sociopolítica que no favorece a nadie y obstaculizan la gobernabilidad, la misma que debemos procurar como foco de atención de este próximo importante encuentro internacional. Pongámosle al mundo nuestra mejor expresión de país unido e imponente, y demostremos que podemos participar en las grandes ligas del intercambio comercial mundial. Tenemos la capacidad, la voluntad y nada nos debe desviar la atención de demostrar el gran potencial que representamos como nación.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Irma Montes Patiño es licenciada en relaciones internacionales, George Washington University