Iván  Duque Márquez

está en la cúspide de una profunda transformación socioeconómica como nunca se ha visto en América Latina y el Caribe. A pesar de su población reducida de aproximadamente 800.000 habitantes, es la economía de más rápido crecimiento del mundo. Según el Banco Mundial, su PBI per cápita, que aumentó en un 62,5% solo en el 2022, hoy excede el de economías como México y Brasil.

El auge económico de Guyana está alimentado por sus vastas reservas que, según se calcula, superan los 11.000 millones de barriles. Después de duplicar con creces su producción petrolera en el 2022, el país va camino de producir más de 800.000 barriles diarios para el 2025. Así, se espera que Guyana supere a Kuwait y a otros países del Golfo y se convierta en la mayor productora de petróleo per cápita del mundo.

Pero Guyana está adoptando una estrategia única frente a su flamante riqueza petrolera. El Gobierno Guyanés apunta a apalancar sus ganancias inesperadas a partir de los combustibles fósiles a combatir la pobreza y acelerar su transición a energía limpia. Al invertir profusamente en fuentes renovables, el país apunta a reducir su dependencia de los hidrocarburos, bajar los costos energéticos y atraer inversiones. Por su proximidad con el Ecuador y su baja densidad demográfica, tiene el potencial de convertirse en un destino atractivo para los inversores internacionales.

A fin de alcanzar los objetivos de desarrollo social de Guyana, el gobierno está invirtiendo considerablemente en educación, atención médica, vivienda, agua y saneamiento. Sin embargo, el país necesita con urgencia trabajadores migrantes para satisfacer las demandas laborales de sus numerosos proyectos de construcción e infraestructura.

Con más del 85% de su territorio cubierto por bosques tropicales, Guyana es el único país amazónico con una deforestación mínima. Al reconocer la importancia de la conservación ambiental para lograr sus objetivos sociales, Guyana inició su estrategia de desarrollo de baja emisión de carbono en el 2009. La administración actual ha impulsado este esfuerzo, posicionando al país como una economía positiva con la naturaleza. Al capitalizar su condición de país positivo con la naturaleza para garantizar que los proyectos verdes en Guyana generen mayores beneficios ambientales que en otros lugares, el país podría establecerse como un destino atractivo para inversiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).

Sin duda, el país enfrenta obstáculos importantes. Debe adoptar políticas migratorias que, por ejemplo, le permitan atraer la fuerza laboral que necesita para completar los proyectos existentes. Salvaguardar la democracia en Guyana es también clave frente a las amenazas de Nicolás Maduro de anexar la región del Esequibo, rica en petróleo, a Venezuela, que representa el 75% del territorio de Guyana y que ha sido parte del país desde que este era una colonia británica. El respaldo constante de la comunidad internacional ha sido crucial para neutralizar las amenazas de Maduro y evitar un conflicto militar hasta que la Corte Internacional de Justicia decida a qué país pertenece la región.

Debido a su liderazgo efectivo y a su intención de aprovechar las ganancias de los hidrocarburos para impulsar un cambio socioeconómico, Guyana hoy es el laboratorio de desarrollo líder en América Latina y el Caribe. Su compromiso constante con la sustentabilidad y la conservación ambiental ofrece amplias oportunidades para los inversores, posicionando al país como un eje clave para los instrumentos financieros relacionados con el clima.

Asimismo, Guyana ofrece un modelo promisorio para otros países ricos en petróleo. Con el respaldo de la comunidad internacional, de inversores de relevancia, de instituciones multilaterales y de empresas privadas, Guyana está demostrando de qué manera los países en desarrollo pueden sacar partido tanto de las energías renovables como no renovables para escapar de la trampa de la pobreza.

–Glosado y editado–

© Project Syndicate, 2024

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Iván Duque Márquez es Expresidente de Colombia