Martín Acosta González

En el imaginario popular, las personas con problemas de están impedidas de tener una relación sentimental. Los prejuicios sociales han reforzado la idea de que tienen serias dificultades para vincularse de manera libre con otras personas debido a los estereotipos que durante años los han acompañado: se dice de ellos que son personas violentas, impredecibles, incompetentes para su autocuidado y también laboralmente, además que sus afecciones tienen una condición perpetua. Afortunadamente, hay historias -con frecuencia poco difundidas- que se encargan de desbaratar esos constructos y mitos. Esta es una historia de amor en tiempos de estigmas.

Máximo Nacimiento Isuiza y Guadalupe García Panaíjo, los protagonistas de esta novela, se conocieron hace 19 años aproximadamente en el ex Centro de Rehabilitación del Enfermo Mental de Iquitos (Cremi). Con 34 y 35 años, respectivamente, ambos llegaron a las instalaciones de este establecimiento de salud mental con diagnósticos que requerían un tratamiento inmediato. Máximo padece de esquizofrenia paranoide y Guadalupe sufre de trastorno orgánico mental.

Las condiciones en las que funcionaba el Cremi eran las de un viejo sanatorio mental, un psiquiátrico que se regía bajo el antiguo modelo de internamiento y encierro. Sus condiciones restrictivas, como ha quedado demostrado en distintos estudios, no contribuían a la reinserción de los pacientes y por el contrario los condenaba a un aislamiento del cual parecía imposible salir. En ese entorno, Máximo y Guadalupe se vieron por primera vez.

Los diagnósticos clínicos de ambos no eran sencillos. La esquizofrenia paranoide se caracteriza por el predominio de ideas delirantes, alucinaciones e incluso las autolesiones. En tanto, el trastorno orgánico mental se manifiesta en el déficit significativo de las defunciones propias del cuerpo, cognitivas o la memoria. En el caso de Guadalupe, afecta el habla. Solo se comunica por gestos y sonidos, pero entiende todo lo que hay a su alrededor. En esas condiciones, la sanación dentro del Cremi, en un modelo de manicomio, era algo ciertamente complicado.


Amor en el tiempo

En su casa en el distrito de San Juan en la provincia de Maynas (Loreto), Máximo ha acondicionado un negocio en donde vende plátano, bizcochos, carbón y pan. Mientras despacha una mano de maduros, Guadalupe lo mira desde la ventana. Han pasado casi tres meses desde su matrimonio y “a punta de amor” se han asegurado de seguir prolongando su luna miel. Atrás, señalan, quedaron los momentos en que estuvieron separados cuando Máximo fue dado de alta para continuar con su tratamiento de manera ambulatoria y Guadalupe permaneció internada en el Cremi.

Estando en el Cremi, pasábamos tiempo juntos, conversábamos, disfrutábamos y así nos enamoramos. Al tiempo de ser pareja, a mí me dan de alta, pero yo no la dejé. No nos podíamos ver todos los días, pero semanalmente o quincenalmente iba a verla”, recuerda Máximo.

En el año 2015, tras la implementación del modelo de salud mental comunitaria en todo el país, el Ministerio de Salud (Minsa) clausuró el Cremi, dando apertura al primer Hogar Protegido para personas con trastornos mentales en situación de abandono en Loreto. Guadalupe y otras usuarias fueron trasladadas a este nuevo lugar. Estas circunstancias, dice, fortalecieron su historia de amor.

Cuando pasaron a los hogares protegidos también la seguí ahí, no la abandoné. La visitaba, salíamos a pasear, nos íbamos a tomar helados, a comer. Ella preguntaba por mí, el personal de salud me contaba que lloraba, que se quería ir. La llevaba a mi casa en el día, compartíamos y después regresaba al hogar protegido”, cuenta Máximo.

Tras 14 años de enamorados, decidieron sellar su amor con un anillo de compromiso y posteriormente celebrarlo en una ceremonia civil comunitaria organizada por la municipalidad provincial de Maynas, el último 16 de diciembre el 2023.

Creo que todo llega en el momento adecuado y nuestro momento llegó. Me casé con Guadalupe, fue una celebración donde participó todo el personal de salud, los técnicos y el cuerpo médico de los establecimientos. No lo tenía planeado ni pensado, son cosas que ocurren. Es un paso muy importante y grande en mi vida, me enamoraron sus ojitos, que sea atenta y servicial. Me tiene muy tranquilo y feliz”, cuenta con los ojos brillantes.

“Sanar no es fácil, pero recibí el apoyo de mi familia y luego de los médicos y enfermeras porque ellos son los que nos ayudan".

Máximo Nacimiento Isuiza, usuario de servicios de salud mental

Máximo Nacimiento Isuiza,

"Reinsertarse no es fácil"

Al hablar, Máximo hace pausas y ellas recuerda el camino andado. Lo hace como si lo que hubiera vivido fuera parte de la cotidianeidad. No es irreflexivo, sino todo lo contrario: está consciente que recuperar la autonomía que parecía perdida no fue sencillo.

Sanar no es fácil, pero recibí el apoyo de mi familia y luego de los médicos y enfermeras porque ellos son los que nos orientan, nos ayudan. Muchas veces no nos damos cuenta que necesitamos ayuda, no nos atrevemos a ir a un hospital por miedo”, dice Máximo. Cuando habla de su amor por Guadalupe.

Máximo continúa con su tratamiento en el Centro de Salud Mental Comunitario Uka Yaki Tsawa “Casa de la mente y el alma”, donde mensualmente recibe terapia ocupacional.

Mi vida cambió bastante. A otras personas que están pasando por lo mismo les podría recomendar que tengan la visión de realizarse, de restablecer su vida y de reconciliarse con la sociedad. Reinsertarse no es fácil, cuando salí no conocía a nadie, pero poco a poco fui abriéndome espacio. Ahora me siento tranquilo, cómodo, estoy mejorando y quiero lo mismo para los demás: que tomen conciencia de su situación y acudan con un especialista”, agregó.

Guadalupe y Máximo conocen los prejuicios de cerca, han vivido entre estereotipos durante toda su vida. Desde antes de hacerle frente a sus diagnósticos y también ahora que ambos han sido dados de alta y continúan sus tratamientos ambulatorios.

Es posible una vida plena

La directora de salud mental del Minsa, July Caballero Peralta, explicó que con el apoyo adecuado y enfoque personalizado las personas que presentan esquizofrenia pueden gestionar sus síntomas para llevar una vida plena.

La clave está en un tratamiento adaptado a las necesidades de cada persona, que puede incluir una combinación de terapias como la farmacológica, psicoterapia, intervención familiar, atenciones especializadas por psiquiatría, el apoyo comunitario, así como otras intervenciones enfocadas en su recuperación para una vida autónoma y de calidad”, señaló.

Caballero Peralta también resaltó la importancia de contar con atención oportuna, especializada desde el primer episodio, con acompañamiento continuo y con la participación activa de las mismas personas y sus familiares.

La historia de Máximo y Guadalupe no hubiera sido posible de no contar con un sistema integrado que permita la reinserción de personas con trastornos mentales. Ellos son un claro ejemplo que todos podemos gozar de una vida plena y tranquila bajo las mismas condiciones, libres de cualquier tipo de estigmatización a la que estamos acostumbrados a escuchar”, dijo la especialista.

En esa misma línea, el integrante del equipo técnico de la Dirección de Atención Integral de Salud de la Gerencia Regional de Salud de Loreto, Percy Antonio Rojas Ferreira, destacó la labor de todo el equipo de profesionales que trabajaron directamente con Máximo y Guadalupe. Además, resaltó que gracias a la atención oportuna y constante, ambos cuentan con autonomía y libertad para realizar su vida normalmente.

Loreto
Servicios especializados

Loreto cuenta con ocho centros de salud mental comunitaria, cinco hogares protegidos y una unidad de hospitalización de salud mental y adicciones.

Nos causó mucha alegría y satisfacción ver cómo un paciente logró integrarse a la sociedad exitosamente. Ellos tuvieron un proceso de enamoramiento, pedida de mano, hubo aceptación de los familiares, se realizó una ceremonia comunitaria en la municipalidad junto a otras parejas. Son dos personas con trastornos mentales que ahora cuentan con autonomía y libertad. Son una clara prueba que estos pacientes pueden recuperar su vida como cualquier ciudadano”, indicó.

Grecia León Babilonia, es una de las personas encargadas del Hogar Protegido Belén, la casa hogar en donde Guadalupe vivió por algunos años. En este lugar los usuarios de servicios de salud mental de bajos recursos o sin familia son atendidos y reciben tratamiento. Grecia ha visto de cerca la evolución favorable de Guadalupe y también su progresiva reinserción.

La especialista añade que en las casa hogar se busca el desarrollo de los usuarios, pero dentro de un esquema de sana convivencia. “Se les enseña las actividades rutinarias, de cuidado e higiene para que puedan valerse por sí mismas”, señala.

Los usuarios, indica, son derivados del Centro de Salud Mental Comunitario de Cardozo o del área de psiquiatría del Hospital regional de Loreto.


Dónde buscar ayuda

  • Para mayor orientación en temas de salud mental puede llamar a la Línea gratuita 113, opción 5 disponible las 24 horas, los 7 días de la semana.
  • También puede acercarse a cualquiera de los 276 Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC) a nivel nacional. Estos cuentan con personal especializado en adultos, niñas, niños y adolescentes. Puede conocer los CSMC más cercanos a su domicilio ingresando.
  • Además de los Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC), el Minsa tiene 49 Unidades de Hospitalización en Salud Mental y Adicciones en los hospitales generales, 94 Hogares Protegidos para la población con discapacidad psicosocial en abandono familiar y condición de calle.
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