En las cuatro décadas que tiene fundada su academia de, Ernesto Domenack presencia cada año la misma dinámica: su piscina abarrotada de niños y adolescentes durante enero y febrero; y la misma, mucho menos concurrida, los meses que siguen. No es que esté vacía, siempre hay adultos y competidores que le dan duro a las brazadas de forma constante. Pero el declive del interés de los padres por matricular a sus hijos es innegable una vez que culminan las vacaciones. Está acostumbrado y lo entiende: los limeños les tenemos miedo a las piscinas si no es verano. Lo que no quiere decir que comparta el sentir; por ello, recomienda lo opuesto: nadar de forma permanente es beneficioso para la salud y el desarrollo de los más chicos de la casa.

MIRA TAMBIÉN: Víctor Delfín: el artista detrás de la escultura “El beso” habla de sus proyectos personales, a sus 96 años

“La natación requiere constancia. Practicar el estilo libre unos meses y dejar de entrenar es como aprender a manejar un auto y solo saber realizar un cambio. Lo ideal es que se dominen los cuatro estilos y que en el camino se adopte, en la vida misma, la disciplina que te da el deporte”, detalla el excampeón nacional e internacional. “Hay esta creencia de que los chicos se van a enfermar en otoño o invierno, pero pasa lo contrario. La buena condición física los pone más fuertes. Me ha sucedido, lo he visto en mis hijos, en mis nietos. Nosotros conocemos muy poco los resfríos”, añade.

NADAR ES AVANZAR

Este último argumento es respaldado y explicado a profundidad por el pediatra y nadador Gustavo Rivara: “Son varios los motivos por los que los niños deberían nadar todo el año. Uno de ellos es que fortalece los músculos respiratorios porque demanda un esfuerzo extra cuando se expulsa el aire dentro del agua. Por eso es bueno para los asmáticos, ellos pueden mejorar a mediano y largo plazo su condición. Los alérgicos, del mismo modo, ven superada sus aflicciones cuando se descongestionan de mucosidad y secreciones al estar en un ambiente donde la humedad es mayor”.

Nadar implica tener un entrenador, seguir una disciplina, recurrir a estrategias. Todo ello contribuye también a la formación del carácter del menor.
Nadar implica tener un entrenador, seguir una disciplina, recurrir a estrategias. Todo ello contribuye también a la formación del carácter del menor.
/ Imgorthand

El investigador y autor afirma, asimismo, que la natación es clave en el desarrollo de los menores porque les despierta el apetito, los libera del estrés y les genera un sueño profundo. “A eso se suma que, a diferencia de otros deportes, la natación no afecta las articulaciones debido a que el impacto con alguna superficie es inexistente”.

La sugerencia es, pues, continuar llevando a los chicos a las piscinas aun cuando se haya acabado el verano. E incluso cuando hayan terminado la primera etapa de los procesos virales que suelen padecer durante el año escolar. “En ellos, la primera semana es la más complicada. Pero una vez que pasa, los chicos pueden continuar con su vida normal así haya mucosidad y flema porque estas pueden desaparecer hasta en un mes. Ellos ya no contagian y si tienen energía y buen ánimo, pueden volver a la piscina”.

No debería haber excusa, entonces. Es solo cuestión de romper con ideas preconcebidas y avanzar. //

Además…
Los niños y el deporte

El pediatra, divulgador científico y escritor Gustavo Rivara expone en su libro “Wawa 2, libro para padres” todo un capítulo referido a la importancia de la práctica de deportes en los niños y adolescentes. Los interesados en comprar la obra pueden pedir información en la cuenta de Instagram del experto: @drgusrivara

Contenido Sugerido

Contenido GEC